La Barceloneta siempre ha reivindicado su carácter pescador y humilde. Al lado del mar y pegado al centro, sus vecinos conservan aún ese ambiente donde la gente se conoce de toda la vida. Pero su privilegiada situación se les ha vuelto en contra. El auge de los apartamentos turísticos ha convertido a los pisos del centro en potenciales negocios. Con precios que llegan a los 300 euros por día, algunos propietarios e inmobiliarias han decidido sumarse a este sector, hasta ahora poco regulado. Emília Llorca, presidenta de la asociación de vecinos de l'Òstia, se muestra escéptica ante la nueva regulación. "No cambiará mucho aunque los pisos estén registrados. La gente viene a divertirse, y a nosotros nos toca hacer de porteros". Llorca denuncia, además, que los planes municipales para mejorar La Barceloneta están impulsando la sustitución progresiva de los vecinos, especialmente los que viven de alquiler, "casi dos tercios del barrio". "La gente se está marchando. Los propietarios no los quieren, aunque estén dispuestos a pagar más".
Un proyecto para poner ascensores en los bloques, a costa de derribar un apartamento en cada planta, ha dividido al barrio. "El plan obliga al propietario a hacerse cargo del inquilino, tanto si se queda en el piso como si tiene que recolocarlo. Así que algunas inmobiliarias no renuevan ningún contrato y si son personas mayores con alquileres indefinidos les hacen mobbing". Hace dos semanas, un juzgado desahuciaba a un vecino mayor con dos hijos con discapacidad intelectual. "Es el primero caso, pero tenemos 25 vecinos más pendientes de desahucio a causa del plan de ascensores".
El Ayuntamiento ha presentado la Barceloneta al concurso de ayudas de la Ley de Barrios. Pero Llorca teme que este dinero público acabe en manos de las inmobiliarias y atraiga aún más a los inversores.
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"Somos un barrio de pescadores, y nos quieren convertir en un barrio de ricos" asegura Bárbara, 80 años, que junto con dos de sus vecinas de la calle de la Sal, toman el fresco al anochecer. "Antes, los de la ciudad no querían venir, decían que esto estaba lleno de chorizos. ´Si vas a la Barceloneta, te pinchan´, decían. Y ahora vienen todos y nos quieren echar". Interrumpe su charla un desfile de guiris alegres y vociferantes que pasan por delante suyo.
Es un nuevo fenómeno que ya no sorprende a los vecinos: las despedidas de soltero. El barrio se ha convertido en destino de excepción para las empresas que organizan fiestas de este tipo - low cost mediante- con pasacalles de novios e invitados borrachos hasta decir basta, paseándose en bicitaxis.Kim y Sarah, esteticiens de Birmingham, invitadas a una de estas fiestas, se han enamorado del barrio. "Llevamos dos noches sin dormir, nos encanta la Barceloneta, estamos pensando de venir el año que viene y quedarnos". (16/9/2007)
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