En el último mes y medio se han celebrado dos reuniones entre vecinos y la Regidora del Distrito, Itziar González, en el Centro Cívico de La Barceloneta (al igual que en el resto de barrios de Ciutat Vella). El motivo de estas reuniones era el proceso de participación del PAD (Programma d'Actuació de Districte, que se elabora cada legislatura), para el que se nos pedía a los vecinos que aportáramos sugerencias y propuestas acerca del modelo de barrio que queremos, con el fin de “incluirlas” en las actuaciones que Distrito realizará en el barrio en los próximos cuatro años.
Paralelamente a las reuniones en el Centro Cívico se celebraban otras muchas, por sectores, en la sede del distrito, a una media de dos cada dos días en un periodo de 15 días. Tal vez Distrito esperaba que pidiéramos vacaciones en el trabajo para poder participar. Participar en la elaboración de un programa ya elaborado, y sin que se nos haya informado -detalle importante, por no decir decisivo- de cuántos fondos hay para implementar esas actuaciones. Así como tampoco ha existido la posibilidad de que los vecinos participemos en la elaboración de los criterios de selección de unas sugerencias u otras (¿qué propuestas se elegirán: las más bonitas, las mayoritarias, las más triviales, las más baratas...?).
A las reuniones en el Centro Cívico de La Barceloneta acudimos 150 vecinos a la primera y 80 (aproximadamente) a la segunda. Y aquí surge la duda de si esto se considera una participación exitosa (no hay que olvidar que habrá quien haya hecho sus aportaciones en sms de no más de 60 caracteres). Evidentemente, no es exitosa, no sólo por la escasa asistencia, sino también por la calidad del contenido de las reuniones, que se limitaron a ser un cajón de desastre de todo tipo de quejas y muy pocas propuestas acerca del modelo de barrio a construir. Pero esto no se debe a que seamos incapaces de pensar, imaginar el modelo de barrio que queremos y necesitamos, sino a otros motivos de distinta índole e igual importancia:
– Desde hace mucho la administración pública, o ““nuestros”” gobernantes, nos hacen creer que la política pertenece sólo a la clase política, que no tenemos capacidad, ni competencias para decidir e incidir sobre las transformaciones de nuestro entorno, sobre aquello que atañe y afecta a nuestra forma de vida (desde transformaciones urbanísticas, hasta planificación económica o recogida de basuras). Que nos hayan robado esto (porque ha sido un robo, esta vez con todas las de la ley) es especialmente grave en Barcelona, ciudad en la que el rumbo del urbanismo-arquitectura y las políticas económicas están fuertemente influidas (o dirigidas) por los lobbies de lo que llamamos poderes fácticos (desde bancos, empresas, familias influyentes, hasta inmobiliarias...). Para estos grupos de presión los vecinos somos molestos y los políticos son su brazo ejecutor o marioneta pública (en el caso de que los políticos no pertenezcan ya a estos lobbies). Así a los ciudadanos se nos relega a la cultura de la queja: delante de la administración sólo podemos quejarnos.
Un proceso de participación en el que los vecinos tengamos capacidad y poder de decisión requiere a estas alturas periodo de formación, de recuperar el conocimiento de que tenemos no sólo capacidad y derecho a incidir políticamente (en el sentido clásico de decidir acerca de lo público y el bien común) en nuestro barrio o ciudad; sino de que es algo que tenemos que exigir.
– Este sería el siguiente problema que presenta el PAD: los procesos de participación tienen que respetar los ritmos propios de los barrios. La participación se tiene que dar cuando la ciudadanía, consciente de que la puede exigir y ejercer, la reclama. No está funcionando no sólo por el hecho de que hay un descontento y desconfianza generalizada con y hacia los políticos, sino porque está “impuesta” desde “arriba”. Desde esa administración que, por mucho que se esfuerce publicitariamente en decir que está més a prop, siempre será lejana porque lejana es su posición con respecto a los problemas reales que tenemos los vecinos de a pie.
Son los propios barrios los que tienen que pedir, exigir que se abran procesos de participación amplios (y lentos, si fuera necesario). Como se exigió cuando nos enteramos de la existencia del “plan de los ascensores”.
– Otro motivo por el cual el proceso del PAD en La Barceloneta es un fracaso: ¿para que voy a participar -es decir, dedicar mi tiempo- en un proceso que de entrada sé que no me soluciona el mayor problema que hay en mi barrio?
En la última reunión en el Centro Cívico, a Itziar González, después de que tres vecinos preguntaran acerca del plan, se le iluminó una lucecita y dijo que parecía que sería conveniente hacer una monográfico acerca del plan, y que lo haría. Esto es urgente y esperemos que aclare la gran cantidad de “malentendidos” que la administración dice que hay con respecto al “plan”para justificar que no se haya parado un plan que supondrá un resquebrajamiento social en el tejido de La Barceloneta. El “plan” o -en lenguaje técnicamente correcto, espero- que algunos vecinos se acojan a la modificación del PGM seguirá suponiendo un conflicto entre vecinos, un desembolso económico muy alto y no dará solución a muchas de las necesidades que hay en el barrio. Es el mayor problema que amenaza La Barceloneta por los motivos (y muchos más) que se pueden leer en la columna de la izquierda.
La Modificación del PGM (el “plan”) se fundamenta en la pretensión de construir un barrio al margen de muchos de los vecinos que vivimos en él. Para el turismo y la gente con pasta, donde el libre mercado y el mercado inmobiliario tienen mucho que decir. Esta Modificación del PGM se elaboró sin un proceso de participación real de y con los vecinos. Nadie duda de que en La Barceloneta hay muchas personas mayores, y gente con problemas de movilidad. Por eso creemos que ahí donde quepa el ascensor se tiene/puede poner (con una subvención del Ayuntamiento que llegue a tiempo y cubra todos los gastos), pero donde no cabe (conocida es la estrechez de los edificios de La Barceloneta) hay que buscar y aplicar las alternativas viables -recolocación en bajos o edificios vacíos con ascensor- para evitar la expulsión directa e indirecta de vecinos (no olvidemos que no sólo se eliminarán viviendas para poner ascensores, sino que esto supondrá un aumento de los alquileres y abrirá la puerta a la intensificación del mobbing).
Los vecinos de La Barceloneta, como todos, somos capaces de pensar las alternativas viables y el diseño de una intervención urbanística en el barrio que tenga una perspectiva global. Es por eso que desde la PADB, la AVV l'òstia y otros vecinos autónomos se abrirá un proceso de consulta hacia el resto de vecinos, de los vecinos y para los vecinos, que empieza ya con distintas actividades y acabará con unas jornadas de debate sobre el plan, sus alternativas y aquello que el “plan” no incluye pero que el barrio también necesita. Jo el que farie es potenciar que la participación se dé desde “abajo”.
Carolina, veïna del barri.
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