El barrio, todos los barrios auténticos, en estos tiempos convulsos, son siempre una persona o dos, solo una o dos, que se lo toman en serio. Y tomarse en serio al barrio, a su barrio, quiere decir quererlo, defenderlo de especuladores inmobiliarios, de políticos torcidos o dormidos y de otras plagas actuales, que cada vez son más masivas y letales. En la Barceloneta, ese barrio tan herido e invadido, uno de sus vecinos imprescindibles era Emilia Llorca, a quien un coche o su imprudente conductor acaba de robarle la vida. A ella le ha robado la vida y al barrio le ha robado una esperanza.
Emilia era la combativa presidenta de la Associació de Veïns L’Òstia y quien, sin ningún interés político o económico, gritaba las verdades, las urgencias de su barrio. Un barrio olvidado por todos, menos por los especuladores inmobiliarios, que siempre están atentos y despiertos. Un barrio, la Barceloneta, que acabará siendo solo un barrio de ricos, muchos de ellos ingleses u holandeses en busca del sol, la mar y los arroces. Ricos también con yate enorme, como cierto exyerno de aquel griego de los petroleros, las islas y las gafas de sol.
Han matado a Emilia en un momento en que la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona celebra sus 40 años de acción vecinal y grita que las asociaciones de vecinos han de volver a apropiarse de la política. En estos tiempos de corrupciones sabidas o publicadas –de algunas corrupciones– vuelven a hacer suyo su viejo grito de guerra: «Salvemos Barcelona para la democracia». Eso es lo que leo en el último número de La Veu del Carrer. En el mismo aparece una de esas feroces y luminosas verdades de El Roto, que algunos siguen llamando chistes. Esa verdad la protagoniza un individuo que dice: «Ya está bien de hacer política con la política. Déjenla para lo que es: para hacer negocios».
Los partidos robaron la política a las asociaciones de vecinos, beneficiando a algunos de sus miembros trepadores, pero ahora, cuando acaban de matar a Emilia Llorca, parece que están dispuestos a recuperarla.
Adiós, Emilia.
Publicat en el Periódico de Catalunya
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada