Hay una sensación extendida, no unánime, entre las entidades y personas más activas de Ciutat Vella de que la "etapa Itziar" ha acabado pronto. Hay un balance positivo de su gestión y sus modos de hacer política, incluso a la hora de apartar de circulación funcionarios hoy procesados, en el que se le atribuye un papel principal. Y dudas sobre el futuro.
Hay muchos retos abiertos en el distrito. Destacan la aplicación del plan de usos recién aprobado, la aceptación por la Generalitat del Raval Sud como beneficiario de la ley de barrios, la reforma urbanística en la Barceloneta y la inseguridad, a la que se puede añadir el incivismo y la prostitución callejera.
La aplicación del plan de usos, un instrumento urbanístico y social que González puede presumir de haber liderado, es crucial. No será fácil. El plan limita la concesión de licencias de locales de concurrencia pública, También limita la presencia hotelera en Ciutat Vella (aquí sin la aquiescencia de un amplio sector comercial), y pone coto a los apartamentos turísticos. Ya han sonado alarmas en el movimiento vecinal con la tramitación estos días de un nuevo hotel en el Raval Sud.
El plan de usos ha sido aplaudido por asociaciones de vecinos y por Tot Raval, la fundación que agrupa a más entidades culturales, empresariales, vecinales y otras. Desde el mundo del comercio no hay tantos aplausos. El Eix del Raval (500 establecimientos) lo ve bien enfocado pero demasiado riguroso con los locales de pública concurrencia. En línea similar, el presidente de Barnacentre, Santiago Martín, cree que "está más pensado para los vecinos que para los comercios", Núria Paricio, presidenta de Tot Raval afirma que "se ha hecho un gran esfuerzo en el plan de usos, con análisis y propuestas por barrios" y, a diferencia de otras voces también con peso, confía en su buena aplicación con Carles Martí, que ya fue concejal de un distrito "que conoce en profundidad". Además, recuerda que "Itziar fue una apuesta de Martí".
Es un punto de vista no compartido por la Xarxa Veinal de Ciutat Vella (FAVB y varias entidades más) que teme por el futuro del plan de usos, la anulación definitiva del "plan de ascensores" de la Barceloneta y la ley de barrios. Esta red espera, más que confía, en que a partir de ahora, con Carles Martí, "se mantengan los compromisos de González, por encima de intereses de partido y presiones de los grupos de especulación".
Con la ley de barrios, en la que González tanto insistió, el Raval Sud, el barrio más "duro" del distrito, puede recibir hasta 20 millones de euros dedicados a mejorar el espacio público, especialmente zonas como la calle Sant Pau o la de l'Om, así como proyectos de acción social en el barrio y equipamientos. Perder estas inversiones sería un mazazo para el Raval.
En otro extremo del distrito, en la Barceloneta, costó varios años apartar los aspectos más conflictivos del "plan de los ascensores" y pactar un plan de rehabilitación menos agresivo. La asociación de vecinos L'Ostia no esconde su temor a una vuelta a la versión más dura del plan, que asocian al anterior concejal, precisamente Martí. "Los problemas que han quedado sobre la mesa –dice la asociación– no se solucionarán con él, ya conocemos su gestión".
Capítulo aparte merece la seguridad. Pese a las estadísticas que hablan de estabilidad con tendencia al descenso de los índices de criminalización, la impresión general en zonas como el Gòtic o el Raval es de que se ha empeorado. Apenas sirve que a diario se desarrolle con normalidad gran cantidad de actividades culturales, comerciales y festivas para que esa impresión crezca en la ciudad. Tot Raval o Raval Eix Comercial se quejan de que "las pancartas" de una reivindicación de seguridad generan imagen de más inseguridad. Frente a ellos Raval per Viure, una plataforma que ha irrumpido en los últimos meses, habla de "degradación creciente", un diagnóstico muy compartido en todo el distrito.
Barnacentre opina que ha empeorado para residentes y para turistas. Se recuerda que desde octubre ha habido tres muertes violentas, por peleas seguramente relacionadas con el tráfico de drogas. La insistencia del alcalde Hereu a la Conselleria de Interior reclamando más Mossos para la Rambla y Ciutat Vella es más que un síntoma de lo preocupante de la situación.
Frente a la delincuencia, el sentimiento general sí es pesimista, pero no siempre se echa la culpa ni a la concejal saliente, ni al entrante, ni al Ayuntamiento. Responsables del Eix Comercial, aseguran que Guardia Urbana, Mosssos y distrito trabajan bien y que el problema está en instancias judiciales y en la aplicación de la ley , sobre todo a los reincidentes. En parecidos términos se expresan Tot Raval, Amics de la Rambla y casi todas las asociaciones de vecinos. Esta misma semana se han aprobado modificaciones en el Código Penal y se han abierto perspectivas de una justicia de proximidad para las faltas. Aún no mueven al optimismo.
Publicat per Lluís Sierra en el diari La Vanguardía
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