La odisea de un joven que ha tenido que renunciar a un piso protegido por no hallar hipoteca
A Esteve Ripoll le tocó una auténtica lotería el pasado febrero. Obtuvo un piso de precio concertado en un sorteo organizado por el Ayuntamiento de Barcelona. Por fin podría ser propietario de una vivienda, algo a lo que prácticamente había renunciado. La escalada de precios de los últimos años le había expulsado del mercado inmobiliario. Sólo le quedaba una salida: acogerse a algún tipo de protección oficial. Pero la fortuna acabo convirtiéndose en pesadilla. A pesar de cumplir todos los requisitos exigidos por la Administración para acceder a la vivienda - incluidos unos ingresos que se consideran mínimos para hacer frente a los pagos-, no logró la hipoteca necesaria para pagarla. Acudió junto a su pareja a quince entidades y todas les denegaron su solicitud de financiación. Esteve destaca que, según ellas, iban a endeudarse en exceso. Así las cosas, tuvo que renunciar al piso.
Préstamos hipotecarios en caída libre
Esteve Ripoll pone con su caso el rostro a un fenómeno que va a más: el endurecimiento de las condiciones que ponen las entidades bancarias para conceder hipotecas por temor a la morosidad, y, en consecuencia, la imposibilidad de acceder al mercado inmobiliario en amplios sectores de la población. Según los datos del pasado junio, los últimos proporcionados por el Banco de España, los préstamos para la compra de viviendas se desplomaron en un 40% respecto al mismo mes del 2007. La caída es monumental, suma un total de 8.541 millones de euros. Los descensos interanuales se han registrado durante 20 meses consecutivo, lo que da idea de la crisis en que está inmerso el sector. Según la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae), cerca de cuatro millones de hipotecas, principalmente las que se firmaron entre el 2000 y el 2008, tienen serias dificultades de pago por parte de sus titulares.
El escenario es de enorme complejidad porque tiene múltiples repercusiones. Las promotoras se ven directamente afectadas porque no venden las viviendas que en principio parecía que iban a colocar en el mercado, lo que les representa cargas añadidas y dificultades para subrogar los créditos que tienen con las entidades bancarias.
El principal indicador para fijar el precio de las hipotecas, el Euribor, subió en julio hasta el 5,393%. Fue un segundo máximo mensual consecutivo. Según los datos del Banco de España, en julio el Euribor se situó 0,829 puntos por encima de lo que marcó en julio del 2007. Esta subida representa 72 euros más en la cuota mensual que se debe abonar por una hipoteca media, que es de 150.000 euros a pagar en 25 años. En agosto, sin embargo, las continuas subidas parecen haberse tomado un respiro: ayer estaba en el 5,314%. Los analistas prevén que este valor siga moderándose y se cierre el año en torno al 5,10%.
Ayer regresó al lugar que debía ser su nuevo hogar para explicar su historia a La Vanguardia.
Una historia que es la de muchos otros jóvenes - y no tan jóvenes- que buscan vivienda infructuosamente. El endurecimiento de las condiciones requeridas por las entidades bancarias para conceder préstamos, que buscan evitar a toda costa el impago de las cuotas en tiempos de crisis económica, está multiplicando los casos.
Esteve está convencido de que si hubiese solicitado la misma hipoteca tan solo un año antes, cuando el sector inmobiliario seguía en boga, no habría habido problema para obtenerla. "En varios bancos nos lo confirmaron - asegura-, nos dijeron que este era el peor momento y, a pesar de habernos denegado el préstamo, nos animaron a aprovechar la oportunidad, a no dejar escapar el piso porque su precio era sensiblemente inferior al de las promociones libres". ¿Cómo? "Pues consiguiendo que alguien, familiares o amigos, nos prestara una parte sustancial del importe", responde. Tampoco lo lograron. "En resumen - sentencia- te dan un piso y luego te lo quitan, es una trampa, no hay derecho".
La situación económica de Esteve, periodista de 31 años, y de su compañera, técnica de laboratorio, está en la media de parejas de su edad. Entre los dos ganan unos 3.000 euros al mes (1.500 por cabeza), una cifra que los bancos y cajas a los que se dirigieron ven muy justa para hacer frente a unas mensualidades estimadas de 1.100 o 1.200 euros. Actualmente, la pareja paga un alquiler de 600 euros por la vivienda en la que residen, en Horta, y que seguirá siendo su hogar. "Hemos renunciado a comprar - afirma-, estamos muy defraudados".
El piso forma parte de una promoción del número 360 de la calle Pallars, cerca de Diagonal Mar, en la que se pusieron a la venta a precio concertado 220 viviendas. La suya era un sexto de 76 m2,tres habitaciones, balcón de 14m2,trastero y garaje. El precio de venta rondaba los 250.000 euros más gastos. "Disponíamos de unos ahorros de 40.000 euros - detalla Esteve-, primero buscamos hipotecas por el total del importe, luego con el 80%; pero ni así, en todos los bancos y cajas nos dijeron que no nos podían conceder el préstamo". De nada sirvieron los avales que la pareja estaba dispuesta a presentar. "La respuesta siempre era la misma - prosigue-: había riesgo de no poder afrontar los pagos".
El regreso de ayer al edificio en el que está el piso que ha perdido no fue fácil para Esteve. De hecho, se había prometido no volver. "Nos habíamos ilusionado mucho - comenta-, incluso hice un reportaje fotográfico del barrio para familiarizarnos con él y la verdad es que nos gustó, es una zona nueva, cerca del mar que seguro que en poco tiempo tendrá mucha vida". Estas eran las sensaciones de Esteve y su pareja a pesar de que el piso nunca lo llegaron a ver. "Sólo había planos - continua él- y pudimos ver muchos hasta que dimos con el que más nos gustaba".
Una vez elegida la vivienda, todo fueron prisas. "Tuvimos que presentar un montón de documentación - recuerda-, desde el certificado de empadronamiento hasta las tres últimas declaraciones de la renta..." Y, acto seguido, debían efectuarse los primeros pagos. Las arras - algo más de 6.000 euros- se perdían si no se continuaba con la compra. "Y como no conseguíamos hipoteca - prosigue- no pagamos".
Lo peor de esta odisea fue su frustrante final. Ocurrió a finales de junio. "Tuve que firmar un documento en el que renunciaba al piso por motivos económicos", relata Esteve.
Óscar Muñoz en la Vanguardia 21/08/2008 aportat per VEI
1 comentari:
Inyectar dinero a al banca es como querer tapar la brecha del Titanic con las manos. La crisis del sistema es final, porque un modelo piramidal no puede ser permanente. No se puede pretender crecer continuamente, porque eso sólo es posible a base de endeudamiento sin control, para lo cual hay que recurrir al fomento del consumismo, es decir, al invento continuo de necesidades. Al mismo tiempo, se fomenta el capitalismo especulativo sobre el productivo, lo que da lugar a una economía puramente especulativa, en la que el trabajador, en vez de ser un activo, se convierte en un pasivo, en un "recurso" humano, como se dice ahora. Finalmente, llega un momento en que la pirámide no puede seguir por la sencilla razón de que no se puede seguir consumiendo al mismo ritmo, lo que hace que se enfríe la caldera, y eso provoca una cascada de impagados a su vencimiento que conduce a la quiebra del sistema. Sólo se han podido beneficiar del juego los primeros en formar la pirámide. Dicho con más detalle: primero se fomenta el consumismo desaforado, para lo cual se consiente el endeudamiento masivo, incluso a gente poco solvente. Cuando ese consumo baja, porque no puede seguir al mismo ritmo eternamente, baja el empleo, lo que hace que muchos desempleados no puedan pagar esas deudas. Al no pagarse las deudas, los bancos, sobre todo los que han sido más temerarios, se quedan con menos capital para prestar y, sobre todo, con más miedo para prestar por la incertidumbre que se crea. El sistema, al fin y al cabo, está basado en la confianza, pero con mala fe y codicia extrema no puede funcionar la confianza.
Hace un año los bancos empezaron por no prestarse dinero entre ellos; hoy los bancos estadounidenses están en quiebra, no sólo los de inversión, sino también los comerciales. Hoy ya se reconoce que esto será peor que lo del "crack" de la Bolsa de Nueva York en 1.929. Hasta Zapatero ha dicho que lo peor no ha llegado aún.
El comunismo cayó en Europa hace 20 años porque no tuvo en cuenta que todo hombre aspira a ser propietario de algo, para sí, para su familia y para sus sucesores; el liberalismo, hoy más salvaje que nunca, está cayendo por no haber tenido en cuenta que el hombre es codicioso por naturaleza, y más si se le quitan los frenos morales.
No es el capitalismo el que se está hundiendo como el Titanic, sino el liberalismo. No hay más solución que cambiar de barco.
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