dilluns, 24 de novembre del 2008

El derecho a la vivienda

Hace poco más de un año y medio, el Relator Especial de la ONU para el derecho a una vivienda digna vino a España en visita oficial. Su objetivo era evaluar el grado de adecuación de la situación habitacional a las declaraciones y pactos internacionales de derechos humanos. Sus conclusiones fueron demoledoras: de los países de la Unión Europea, España era el que más construía, el que más viviendas vacías tenía y el que menos vivienda asequible ponía a disposición de la población.

Naturalmente, este panorama no podía atribuirse al azar o a alguna misteriosa conjura divina. Los enormes costes sociales y ambientales del modelo urbanístico e inmobiliario español, su nervio especulativo, estaban estrechamente imbricados en políticas públicas concretas diseñadas a lo largo de los años ochenta y noventa. Estas políticas habían girado en torno a obsesiones claramente identificables: la consideración de la propiedad privada como régimen principal de acceso a la tenencia de vivienda; la progresiva liberalización del suelo y la privatización, en general, del régimen urbanístico e inmobiliario.

Si las obsesiones de este antimodelo, comparadas con el panorama europeo, podían considerarse singularmente españolas, sus consecuencias también lo eran. Así quedaba descrito en el Informe del Relator de la ONU y así lo aceptaron, aunque con la boca pequeña, diferentes organismos públicos. De hecho, la constatación de la gravedad de la situación condujo a varias comunidades autónomas, y al Estado central más tarde, a aprobar una serie de medidas que pretendían inscribirse en un horizonte urbanístico diferente. Las leyes de suelo vascas, las leyes catalanas de barrios y del derecho a la vivienda, o la nueva ley estatal del suelo, reflejaban un propósito de enmienda y la asunción del estrepitoso fracaso de la gestión neoliberal de la vivienda y del territorio.

GERARDO PISARELLO Y JAUME ASENS

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1 comentari:

Anònim ha dit...

Si estalla la burbuja los que mas sufriran seran bancos y acaparodres/especuladores.

La "gente normal", con sueldos de 800 euros al mes y contratos de 6 meses ya no tiene mucho que perder, y visto que la vivienda se lleva un 70% de su sueldo, pues no les vendra mal que baje.

Evidentemente, por el bien de todos, es preferible una bajada importante pero no brusca, y que se llegue a una situacion justa y razonable.

Pero mientras los ayuntamientos y partidos politicos se financien a base de suelo, permiso de obra, y "maletines"... Mientras en España siga de moda "invertir en ladrillo", especulando con una necesidad basica. Mientras tanta gente siga pensando que alquilar no es bueno (tambien por malas condiciones)... Pues entonces "la avaricia rompe el saco".